viernes, 6 de julio de 2007

Insomnio


2:37 AM, es tarde. Hasta hace dos minutos me encontraba en la cama escuchando a través de reproductor de mp3 algo de música. Grave error, eso me quito el sueño. Hasta hacia 20 días estaba intentando dejar de fumar—acabo de encender el cigarrillo número 25 del día, todavía me quedan cinco—, definitivamente es una lucha imposible de ganar en una persona de mis características. Es extraño, porque se claramente cuales son las probables consecuencias de mantener este asqueroso vicio en palabras de terceros pero tan placentero para quienes lo ejercemos. Es inevitable pensar en como las células de mí cuerpo absorben las miles de substancias toxicas que contiene el cigarrillo. Con el correr del tiempo irán transformando, ineludiblemente, estas fuentes de vida interna, las enfermaran y generaran una reacción en cadena que se trasmitirá a todas las demás derivando inexorablemente en un cáncer de pulmón que se expandirá por todo mi cuerpo hasta finalmente dejarme tendido en una cama de hospital esperando a que la pudrición se haga con mis pulmones mientras en la sala, los que me acompañen—al menos eso espero—, deberán respirar el aire rancio que exhala mí cuerpo que se muere. Sin dudas la imagen es lo bastante terrorífica como para no querer fumar nunca más ¿no creen?… pues bien, pienso seguir fumando.

Lo increíble de todo esto no es que me valla a morir de cáncer— porque eso parece estar bastante asumido o resignado por mi parte—, lo increíble es que ¡realmente tenia sueño! había hecho varias cosas como para querer dormirme temprano—por lo general me acuesto pasadas las 4 AM, así que acostarse a las dos de la mañana puede llegar a considerarse temprano en mi ritmo de vida—pero no parece que hoy pueda conseguir semejante hazaña. Sin dudas la música me jugo una mala pasada, me hizo pensar, lo que es raro porque supuestamente las melodías tranquilas son las que me acompañan cuando intento entrar en el mundo de la vigilia.

Estoy casi seguro que me falto más alcohol y me hubiera dormido sin importar la música ni los pensamientos, ni nada. Deje pasar el efecto somnoliento de la cerveza y perdí (¿habrá vino abajo?), grave error. Es extraño el amor que siento por la noche, cuando todos duermen yo estoy despierto, cuando todos sueñan yo estoy escribiendo, cuando muchos dan vueltas en la cama destapando a su pareja, yo estoy fumando.

Últimamente pienso mucho en el amor, un sentimiento que jamás sentí realmente por una mujer. En lo que era para mi antes de darme cuenta de que la vida es más que jugar a la pelota, rasparse las rodillas y decir estupideces—algo que aún hago, de manera sostenida y constante—, en esos tiempos de descubrimiento el mundo que me rodeaba era un lugar donde el amor era algo noble, puro, algo por lo que valía la pena dar la vida, por lo que era necesario jugarse; hasta era valido llorar por amor o al menos eso pensaba yo. Iba a los bailes pensando en que ahí encontraría a esa mujer que desataría el torrente desbordante que significaba el amor, ese margen opresor que contiene los ríos de la perdición humana y que cuando se desatan todo lo llevan. Cuando creí haberlo conseguido me di cuenta que solo era una fisura imperceptible sobre un margen abrumador. La mala elección siempre termino en un amor no correspondido, el descuido en otro más atento, la demostración de afecto en rechazo a la malvada “ternura”, el miedo al rechazo en hoy no saber que hubiera pasado sí …; el capricho de la noche derivó en las putas y la noche en el “quiero todo” y por ende de nuevo solo.

Cuando hoy escucho canciones de “amor” de tiempos pasados, y actuales también, me doy cuenta de que estos tipos que cantan con voz profunda, sobre guitarras rasgadas y poses distendidas solamente reflejan lo que quisieran tener y no consiguen—al igual que la gran mayoría de los mortales—. Porque el margen solo oprime, encauza y dirige; no pretende libertad ya que esta construido para hacer lo opuesto. Por lo tanto lo único que podemos hacer es someternos a su sutil dictadura creyendo que la utopía es posible, deambular por sus márgenes en busca de fisuras que, con el tiempo, se harán cotidianas y terminaran por contentarnos cuando pase el tiempo y estas sigan abiertas.

Pese a esto quiero seguir creyendo en la utopía, en la idealista rebelión, en la sublevación permanente y sostenida que representa el amor. Si no fuera por las utopías el mundo seria un lugar triste y siniestro como lo es en realidad. El mundo es un lugar lleno de dolor, tristeza y muerte, donde solo el 1 % del total tiene estudios universitarios, un lugar en el que los niños perecen cada un minuto a falta de alimento, por bombas de racimo inteligentes que lanzan pájaros de acero escudados en la libertad, libertad a morir trágicamente por in intencionados errores de calculo. Vivimos el siglo de las comunicaciones y solo el 30 % de los seres humanos realizo una llamada telefónica en su vida.

La única libertad que el hombre conoce se basa en el consumo y la obediencia. Si no, la cárcel. Es realmente iluminador caminar por los juzgados—y las calles—de cualquier país del mundo, por lo general los únicos de traje son los abogados o los empresarios de la corporación, todos los demás andan mal vestidos con caras duras y curtidas por ser hijos del sol, mestizos de linajes arrasados y ojos cansados. Una vida de calles de barro, techos de chapa y perros raquíticos. Todos hacinados en ciudades ocultas en el corazón de la opulenta metrópoli, ante los ojos de todos los que no quieren mirar ya que no existe mayor ciego que aquel que no quiere ver.

Sólo nos queda la utopía, la fisura, el animarse a mirar y la rebelión. Ya me pase de las 4 AM, tengo sueño y me quede sin cigarrillos. Mañana será otro día.