Una persona— que puede y tiene los medios suficientes— se saca una foto así mismo o junto a sus amigos, mientras que otro graba un video con su celular. Luego ambos, en lugares espacialmente distantes, se sientan frente a una computadora y se conectan a internet. A continuación descargan sus fotos y sus videos en la red y hacen pública su privacidad. Tal vez personalmente no se conozcan pero es muy probable que A mire los videos de B y que B vea las fotos de A al mismo tiempo que ambos se dejan un comentario en Facebook, Fotolog o YouTube .
Redes sociales, así se conoce al fenómeno que desataron sitios web como los arriba enumerados. En estos espacios virtuales personas de todo el mundo crean lazos relacionales a través de la exposición de su vida íntima. El soporte más utilizado y difundido para alcanzarlo es por medio de imágenes (fotografías y videos) a las que se pueden acceder a través de la pantalla. El ser humano digital, interactúa constantemente con la imagen, con la pantalla y en consecuencia se recrea a sí mismo por medio de ellas. Un "yo" digital, uno que él elige, no impuesto, distinto de aquel que le fue dado, o exigido, por la vieja sociedad industrial (Scott Lash).
Este fenómeno, provocado desde la irrupción de la web 2.0, genera el surgimiento de nuevas tribus urbanas que operan con una simbología propia y pautas de comportamiento distintas a las tradicionales. En Argentina un ejemplo de esto son los denominados floggers.
Estas tribus son un desprendimiento de lo que se denomina como sociedad de la Información (término de Manuel Castells) en donde las formas de vida se convierten en informacionales. Se desprenden de sus cualidades orgánicas y se conforman como redes que, a su vez, se encuentran en el aire, desarraigadas.
No es casual que sean jóvenes quienes utilicen mayoritariamente estas redes sociales. Los nativos digitales, aquellos que nacieron en la era digital, interactúan sin problemas en estos flujos de información debido a que les son contemporáneos. A que se criaron con ellos. Para esta generación un mundo sin internet, sin teléfonos celulares, sin cámaras digitales o sin reproductores de mp3 resulta un lugar impensado donde vivir y les es trabajoso pensar que existió una época sin estas interfaces. Las cuales operan en torno a su medio ambiente.
Los mayores (jóvenes adultos y adultos mayores) denostan estas formas de interacción porque mantienen una visión del mundo lineal. No tratan de comprender y aprender de los nativos digitales ya que esto implicaría desconocer el contexto en el que se desarrollaron como sujetos. Es por esta razón que utilizan las herramientas tecnológicas de forma acotada en relación a las posibilidades potenciales que les ofrecen.
Un ejemplo personal de estó, es el uso que le daba mi padre al teléfono celular. Para él su uso se limitaba a realizar llamadas telefónicas. Pasó un año para que se decidiera a aprender a enviar mensajes de texto. Nunca utilizo para redactar otro dedo que no fuera el índice, mientras que los nativos digitales, debido al acostumbramiento que tiene al teclado de computadora y los videos juegos, utilizan ambos dedos pulgares para escribir. A su vez mantenía sus contactos telefónicos en una agenda de papel en detrimento de la que poseía su teléfono móvil y jamás se predispuso a cambiar este método de acumulación de datos.
Lo que para los adultos resulta nuevo o difícil de asimilar (formas tecnológicas de vida), son en realidad extensiones comunes para las nuevas generaciones y forman parte de su habitad natural de desarrollo. Y les resultan casi imperceptibles, debido a su utilización constante o naturalización de las herramientas digitales.
¿Pero son realmente nuevos estos medios de comunicación, los que a su vez se manifiestan en forma de redes sociales? Para Marshall McLuhan el concepto de medio encierra todo aquello que ha sido creado por los humanos, como artefactos, ideas e informaciones, siempre y cuando, respondan a cuatro preguntas puntuales.
¿Qué mejoro o intensifico? En este caso mejoro la rapidez con que una persona puede comunicarse con otra en puntos distantes, espacial y temporalmente.
¿Qué volvió obsoleto, qué cambio? Antiguas formas de comunicación como las cartas manuscritas y los clubes sustentados en intereses comunes donde relacionarse de forma presencial.
¿Qué rescato de lo que estaba previamente obsoleto? La escritura a distancia por medio del mail y el posteo manteniendo las relaciones entre personas sin la necesidad de una presencia física.
¿Qué produce o convierte cuando es forzado al extremo? Revierte el ámbito de lo privado en público permitiendo que los intereses o las informaciones que antes se transmitían entre dos personas ahora se abran a un número ilimitado de gente que comparte gustos similares sin necesidad de una identificación cultural nacional.
El poder y la masificación de las redes sociales es tal que ha permitido conjugar en un sólo lugar herramientas que antes estaban dispersas en la web. Y no solo eso, también ha transformado los hábitos de consumir información.
Actualmente los medios tradicionales (TV, Radio y Diarios impresos) se ven obligados a repensar la presentación de sus contenidos, sus formas de comercialización, la relación con la audiencia y sus antiguos soportes de presentación y distribución.
La sociedad digitalizada ya no acepta sus viejas estructuras comunicativas. Hoy los diarios online poseen foros de discusión, blogs, espacios para dejar comentarios, sitios dedicados al periodismo ciudadano, pod cast, noticias multimedia y un sinnúmero de aplicaciones que derivan del concepto de redes sociales como Facebook, YouTube, Taringa y Fotolog.
Esto está llevando a repensar la forma de redactar de los propios periodistas que comienzan a entender que existen otras pautas de relacionarse con sus lectores. Los cuales ya no solo son consumidores de contenidos sino que además son generadores autosuficientes con altos niveles de calidad.
No es casualidad tampoco la crisis de financiación que están mostrando los diarios tradicionales producto de que un número importante de sus lectores se están volcando a sus ediciones online. Esto ha derivado en que los auspiciantes se corran a la web en detrimento del papel ya que el caudal de potenciales compradores está inmerso en la red.
Nadie sabe a ciencia cierta en que derivara el presente que vivimos. De momento estas formas de relacionarnos, estas redes sociales, permiten una mayor democratización de los contenidos y la información. Rompen con la influencia de los medios tradicionales sobre las pautas de comportamiento y estéticas imperantes. Permiten que las personas, en forma de usuarios, generen una gama distinta de bienes de consumo simbólico y hacen del mundo un lugar más accesible para todos. Vivimos conectados creando nuevos mundos, sobre un rio constante y dinámico que no se detiene a pensar sobre lo que lleva su corriente. Solo sabe que fluye a velocidades cada vez mas vertiginosas y aquel que no se suba a esa corriente se encontrara viviendo en zonas muertas e aisladas.
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