domingo, 28 de marzo de 2010

Medios, Política y Poder: la construcción de la realidad y su influencia en las percepciones sociales. [2° Parte, Final]

Esa cosa banal a la que definimos como “la realidad”.

“En un mundo de corderos, algunos decidimos ser lobos…”
Dialogo de la película española “Diario de un Skinhead”, de Jacobo Rispa.

Si bien resulta difícil cuestionar el grado de veracidad de lo que se dice, se escucha y se ve en los medios de comunicación, lo cierto es que semejante valoración esta condicionada por el recorte de los hechos que hace cada medio a la hora de exponer un tema. Esto implica una elección sobre lo que se refleja, o no, en sus soportes.

Comprender y aceptar esta simple idea implica que existen tantas realidades como personas vivas en la tierra y que cada una es igual de valida. Por lo tanto la objetividad y la independencia, que dicen pregonar los medios, no posee un sustento argumental de peso.

Toda construcción del discurso noticioso esta hecho en base a la subjetividad: por un lado de sus profesionales y por otro de su línea editorial. Esta última, requisito sine qua non para sostener la condición de empleado de los profesionales que trabajan en este tipo de empresas.

Ahora bien, a criterio de quien escribe, esto no significa una objeción grave en tanto y en cuanto sea de carácter público. Si los medios de comunicación pusieran de manifiesto ante sus audiencias que aquello que le están ofreciendo como “la realidad” responde a una manera de concebir los hechos, de recortarlos y codificarlos. Y que a su vez esa forma, esa mirada, es direccionada, particular, arbitraria y responde a X intereses, a X ideología, la cuestión de fondo seria otra. Pero el problema es que esto no sucede así.

Lejos de aplicar esta conducta, los medios, se escudan bajo el paraguas todopoderoso y omnipotente de la objetividad y de la independencia de criterio, para presentar los temas que establecen en sus agendas diarias. De esta forma se desligan frente sus espectadores de cualquier responsabilidad en cuanto a consecuencias que pudiesen acarrear con su discurso noticioso. Esto vale para el devenir cotidiano de los ciudadanos, como para la vida política de un país y su estabilidad emocional social.

Esta metodología de contar los hechos sociales (a través del rotulo de “noticias”), se ocultó de manera eficiente (y en gran medida todavía se oculta), en parte, gracias a la injerencia manifiesta de todos los gobiernos argentinos sobre los medios de comunicación públicos. La ciudadanía, históricamente ve en ellos [27], órganos de difusión a fines a las distintas administraciones que alcanzaron la Casa Rosada. Esto- que se encuentra naturalizado por los argentinos y con gran cuota de razón- es uno de pilares que sostiene la falaz idea de objetividad y de independencia en los medios de comunicación privados [28].

Algo similar- en cuanto se refiere a operaciones de sentido - sucede cuando se justifica el valor noticioso de un hecho, o los comentarios de periodistas especializados sobre determinado tema. Es aquí donde entra en juego la indefinida idea de “la gente”, o la categoría de “opinión pública” como sacrosanto argumento para justificar lo que de otra manera seria un acto de sinceridad suicida.

¿Quienes son “la gente”, la “opinión pública”? ¿Existe la posibilidad de englobar en cuatro palabras cómo piensan 40 millones de argentinos, o los 3 millones que viven en Capital Federal? ¿Es posible siquiera hacerlo con diez personas de distintos puntos del país, o de una misma localidad? ¿Cómo se miden y se categorizan sus sensaciones, su forma de pensar, bajo qué parámetros? ¿Con qué autoridad?

Los seres humanos vivimos inmersos en sociedades complejas, las cuales encierran en su interior variados grupos sociales conformados por individuos particulares. La heterogeneidad, la multiculturalidad, es tan amplia e intrincada que la sola tarea de analizarlos, de a uno por vez, plantea poner a rodar una empresa de magnitudes bíblicas. En cambio los medios de comunicación actúan bajo parámetros más reconocibles, estandarizados y aglutinadores, pero no por esto simples de analizar, arrogándose todo el tiempo el derecho a hablar en nombre de la sociedad toda.

Para ponerlo en términos prácticos: ¿es posible creer qué la cosmovisión de Argentina (como entidad político-cultural) que posee un habitante de la provincia de Jujuy sea igual a la de uno que vive en la ciudad de Rosario? ¿O qué la del rosarino sea igual a la del capitalino y viceversa? Si bien entre los dos últimos existen puntos de contacto culturales más palpables, lo cierto es que sus formas de concebir el país son diferentes. Ni que hablar entre estos dos y el jujeño. La sola característica del terreno donde habita cada uno ya plantea una diversidad de criterios importantes.

Sin embargo los medios de comunicación se las ingenian para legitimar la idea de que “la gente”, “la opinión pública”, son un núcleo compacto de pensamiento homogéneo que expresa “la realidad” que se encuentra allá afuera [29]. De hecho afirma que lo único que hace es retransmitir, vehiculizar, las demandas emanadas de ese núcleo abstracto a través de sus pantallas, plumas y micrófonos. En realidad ambas categorías, sirven a modo de coartada para hacer pasar por universal una verdad relativa y así dar sustento a una construcción de la realidad que es por completo arbitraria y subjetiva.

Aquello que se dice que nos pasa a “todos”, cuando se lo intenta llevar al campo de la práctica cotidiana, dista mucho de tener una lectura lineal. Básicamente hacia donde apunta ese discurso es al corazón de la patria reaccionaria: las clases medias y altas. Pero sobre todo a sectores medios de la sociedad. Ya que son estos los que mejor representan el termómetro de gobernabilidad que sostiene o eyecta a cualquier gobierno [30]. En otras palabras son a quienes los medios se dirigen como: “la opinión pública” y “la gente”.

Tamaña afirmación se sustenta en su singular condición de clase: ni pobres ni ricos. Siempre en el medio, tironeando para no caer del lado de la pobreza y soñando con llegar al selecto club que acompaña la riqueza material (ilusión fundacional del capitalismo). Esta característica es la que la hace más propensa a la influencia mediática y al no cuestionamiento, debido al lugar de corderos que ocupan en el ecosistema social.

Es el propio instinto de supervivencia, y su falta de solidaridad intrínseca, lo que la hace ser como es. La clase media como tal, es un producto del desaparecido Estado de Bienestar, que se niega- con uñas y dientes- a dejarse caer en la escala social en tiempos de un capitalismo salvaje donde el hombre se a vuelto- finalmente- en un bien de uso arto perecedero y fácil de reemplazar [31]. En cierta medida debido a la gran oferta de mano de obra desocupada y a su vez como producto del vertiginoso avance tecnológico que opera como filtro en la empresa moderna. El capital, conciente de esto, se ocupa de sostener esta situación ofreciendo cada tanto alguna limosna, y generando imaginarios y sueños de ascenso social a través de sus medios de comunicación.

Otro factor, el cual no vamos a desarrollar en profundidad, es el miedo. Éste opera como aglutinador social frente a situaciones de posible inestabilidad, sin importar si su factibilidad es de carácter artificial o real. Y si existe algo fidedignamente comprobado es que los medios de comunicación masiva son los principales explotadores de esa condición humana en beneficio de sus intereses.

Las continuas leyes de flexibilización laboral y la desintegración de los sindicatos, en su mayoría ocupados por hombres afines a los intereses privados, han dejado a la clase media trabajadora huérfana de cualquier defensa frente al capital [32]. Y en esta jungla donde de un lado existen aquellos que nada tienen, del otro quienes ostentan en demasía y en el medio un abanico de aterrados trabajadores precarizados, subocupados, independientes y algunos pocos registrados, es donde se mueven los medios de comunicación privados.

Sin embargo, la clase media, no deja de ser uno de los tantos sectores que componen el tejido social en el que, además de reaccionarios y tibios, habitan personas que no se dejan seducir por esta idea de “la gente”, de realidad, que tan bien suelen explotar los medios de comunicación. Concepto por el cual, y bien vale la pena ser redundante en esto, logran introducir sus ideas y sus aspiraciones de poder (con todo lo que ya hemos explicado que implica) al terreno del debate público.

Que esto no se haga efectivo depende de la capacidad de reacción que posea la sociedad a la hora de asimilar, de decodificar, el bombardeo mediático para no dejarse coactar. Si lo que prevalece es la falta de cuestionamiento, de mirada crítica, de reflexión, de solidaridad y de conciencia de clase, entonces las empresas de medios- centinelas del capital privado- estarán siempre adelante en la carrera por la construcción de los relatos que delinean nuestra realidad.

Los gobiernos, a través del Estado, deberán decidir de qué lado van a accionar. Ya que de esto depende su propia supervivencia y la del sistema democrático. Esa elección no puede- o no debería- estar condicionada por alianzas transitorias entre los poderes políticos y fácticos puesto que sus resultados terminan a la vista de todos y ayudan a erosionar la frágil estabilidad del sistema. Si las convicciones no priman por sobre los intereses personales y circunstanciales, las expectativas de un futuro más prospero se seguirán reduciendo como hasta ahora. Puesto que el descreimiento y los actos de corrupción en las acciones de gobierno, son uno de los mayores capitales que posee el sector privado, y los medios de comunicación, para imponer sus ideas.

El shock como práctica cotidiana

Y dijo el que estaba sentado en el solio: “He aquí que renuevo todas las cosas”. Y díjome a mí: “Escribe, porque todas estas palabras son dignísimas de fe y verdaderas”. Apocalipsis 21; 5

- ¿Qué opina acerca de la nueva ley de radiodifusión? Le pregunta un periodista a un transeúnte con su micrófono en mano.
- Una vergüenza!!! Contesta indignado, “este gobierno lo único que quiere es amordazar a los medios de comunicación, nos quieren dejar sin libertad de prensa”. “Una vergüenza”, repite.
- ¿Pero se pudo interiorizar en lo que dice la ley? ¿La leyó? Repregunta el periodista
- ¿Para qué? Afirma y se encoge de hombros. “Si lo dice la tele...” [33]

“Lo dice la tele”, “lo dice la radio”, “lo dice el diario”. En un preocupante número de casos la reflexión llega hasta ese punto y la discusión se desvanece. Si bien estas opiniones abundan en las franjas etareas más avanzadas, también puede observarse un mecanismo de contestación similar en el amplio espectro de edades que integran la ciudadanía/audiencia.

A titulo personal de quien escribe, esto tiene un correlato en la idea de irrefutabilidad que poseen los discursos mediáticos producto de los años en donde hacen eclosión los mass media. Las generaciones más avanzadas- no en la totalidad de los casos- adhieren a la creencia de que todo aquello que se publica en un noticiero, una radio o en el diario es “la verdad”, “la realidad”, sin más.

Esta concepción de verdad incuestionable se ha ido modificando con la aparición de las nuevas teorías de la comunicación (años 70s), la masividad y la accesibilidad de la tecnología comunicacional, el surgimiento de Internet [34] y por la apropiación que han hecho de ellas las generaciones más jóvenes. Sobre todo las que nacieron post dictadura al calor de la primavera democrática, del destape de ideas, que durante tantos años se mantuvieron al margen de la escena pública.

En la actualidad resulta más complejo para los medios direccionar las opiniones de sus audiencias, pero esto no quiere decir que no continúen obteniendo buenos resultados en sus pretensiones de colonización mental[35].

Si uno analiza las inversiones de estas empresas y observa que los principales grupos de medios del país poseen ramificaciones en todo el espectro de soportes comunicacionales, podrá empezar a comprenderse de donde salen estas reflexiones.

Las sociedades modernas- no sólo en el caso de Argentina- vivimos expuestos a una descarga continua de información que se recicla a si misma durante todo el día en todo el abanico de medios presentes en nuestra vida cotidiana. Este shock de discursos, de mensajes, permea nuestra concepción de la realidad y genera sensaciones de todo tipo que en su gran mayoría son de carácter artificial y apuntan a la inmovilidad y al no pensamiento. La repetición constante, a su vez, acrecienta la cuantificación de hechos singulares, elevando la sensación de peligro, de miedo, de fragilidad, a niveles que no son tales en el campo de la práctica.

Naomi Klein, en su libro La Doctrina del Shock desarrolla este concepto de descarga eléctrica, que deviene de la medicina siquiátrica, como herramienta metodológica para generar tablas razas de pensamiento en las sociedades. Es a través de ellas donde los medios preparan el terreno fértil, sobre el que partidos políticos, personas encumbradas e intelectuales reescriben y logran aplicar ideas, que de ser expuestas en contextos de normalidad, serian inviables debido a su carácter de impopulares y restrictivas de las libertades civiles. De esta forma, la autora, intenta explicar el consenso social de los estadounidenses a la invasión de Irak, y la pasividad frente a la introducción de las políticas neoliberales en el tercer mundo durante los regimenes militares, por citar dos casos.

Ahora bien, esta misma idea se puede aplicar al caso de los medios nacionales y la llamada “ola de inseguridad que azota a la argentina”. Si analizamos las tasas de delitos contra la propiedad en todo el país durante el periodo 1996-2007 [36], realizadas por el Ministerio de Justicia de la Nación, podemos observar que la cantidad de robos y hurtos no tuvo un crecimiento significativo en términos macroestructurales (relación crecimiento población/delito).

Lo mismo sucede cuando se compara la situación en la Ciudad de Buenos Aires (CBA) y la provincia- epicentros mediáticos de la inseguridad- en el periodo que va de 1990 a 2004, según un estudio realizado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) [37]. El mismo documento a su vez destaca que la percepción social, en cuanto al aumento de delitos cometidos por menores, no se corresponde con los datos elaborados por las instituciones del Estado, ni tampoco con los estudios hechos por la propia UBA [38].

En el apartado que se titula “Delincuentes cada vez más jóvenes y cada vez más violentos”, se concluye lo siguiente: “Como podemos ver la percepción social, respecto a la edad del agresor, no coincide con los datos que anteriormente hemos analizado, en tanto el grupo de los menores de edad se encuentra sobre- representado. Esto no implica que las percepciones sociales sean una mera ficción, pero en tanto construcción social, se encuentra influida por una serie de factores, entre los cuales el discurso mediático tiene especial preponderancia. Excede el objetivo de este documento, dar cuenta del modo en que los medios de comunicación influyen sobre las percepciones de las personas, sin embargo, no podemos obviar su importancia en tanto formador de opinión. En este sentido, la criminalización, desde los discursos mediáticos de los jóvenes de los sectores más desfavorecidos, ha terminado por convertirlos, dentro de la economía de los ilegalismos, en el sector donde la delincuencia pareciera concentrarse”.

Estudios de este tipo son elaborados con gran rigurosidad por los equipos de trabajo que se conforman en las universidades públicas y se encuentran a disposición de quienes los soliciten para revisarlos. Pese a esto los medios de comunicación, y sus comunicadores, continúan agitando la idea de que los menores son la madre de todos los males y que su nivel de violencia e impunidad, “producto de su conciente inimputabilidad”, es lo que explica las causas de la inseguridad que “azota al país” [39].

Estas lecturas miopes, simplistas y carentes de argumentos rigurosos. No sólo que no encuentran espacios donde ser refutadas por académicos y especialistas inmersos en el tema [40], si no que además cuentan con la complicidad de una dirigencia política que vive actuando por mero reflejo y de forma circunstancial [41]. Esta constante de querer tapar el sol con la mano atenta contra la calidad institucional y las libertades civiles. Dando por tierra con los mecanismos que deberían desactivar o aminorar este tipo de conductas por parte de los medios que las fomentan.

La falta de políticas de Estado en este sentido también lesiona la posibilidad de repensar estas cuestiones para empezar a tomar medidas que apunten a las causas en vez de a los efectos. El caso Axel Blumberg con su consecuente paquete de leyes [42], sacadas a las apuradas entre gallos y medianoches, es un ejemplo lapidario de esta afirmación. Sobre todo en momentos en donde desde los medios se esta fustigando con la idea de bajar la edad de imputabilidad a 16 y 14 años como solución al delito juvenil [43].

De acuerdo con el estudio de Klein, el estado de shock al que vivimos expuestos no es permanente. A medida que se va sucediendo el tiempo, las sociedades logran recuperar su capacidad de reflexión y comienzan a tomar conciencia del avasallamiento al que fueron conducidos. El problema es que este “despertar” se sucede con los hechos consumados [44] y su reversión se hace difícil, pero no imposible.

En este cuadro de situación, y ante este desafió, es donde la LSCA toma un carácter trascendente. De no conseguir que su aplicación se haga de acuerdo a lo que se establece en su espíritu, la cadena de shocks eléctricos [45] (que en muchos casos se materializan en leyes) continuara como hasta ahora. Lo mismo ocurrirá si este gobierno, y los que lo sucedan, utilizan la ley como herramienta para adoctrinar a la prensa según sus intereses coyunturales.

El sentido de las palabras y la fachocracia televisiva

"La prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar". Bernard Cohen (1963)

Al principio de este trabajo se dijo que existe un enfrentamiento por saber quien se hace de legitimidad sobre los relatos y los discursos que operan sobre las sociedades moldeando sus percepciones de realidad. ¿Pero cuáles son esos discursos? ¿Quiénes los presentan como disciplinados generales en el campo de batalla, materializado éste en una pantalla de televisión?

“Comenzó el debate por la polémica ley de medios K”; “El gobierno continúa gastando la plata de los jubilados”; “Conflicto gremial en la ex Terrabuzi”; “Desde su estatitazación, Aerolíneas Argentinas presenta un pasivo de cinco millones de pesos diarios que paga el Estado”; Piqueteros afines al gobierno cortan calles en Capital Federal. La ciudad es un caos”; “El campo vuelve a las rutas en reclamo de mejoras para el sector”; “El país desbordado por la Gripe A”; “Elisa Carrió denuncia que existen grupos armados en el país”.

Frases como estas son sólo unos cuantos ejemplos de cómo titulan, y subtitulan, los canales de televisión en las placas que acompañan sus noticieros diarios. Podríamos decir que esta es la voz en primera persona de sus líneas editoriales, la que por otra parte simboliza las ideas de sus directorios empresarios.

Cuando el medio titula elige que sentido le da a las palabras y las sensaciones que pretende bajar a sus audiencias. Si la LSCA, en el tiempo en que fue debatida en el Congreso de la Nación, fue tachada por los multimedios como polémica y bajo el rotulo de Ley de medios K implica que debemos realizar una lectura minuciosa en términos ideológicos y políticos ya que ambas categorizaciones así lo indican. ¿Qué tipo de polémica se le puede objetar a una ley debatida durante meses en diversos foros sociales y que producto de esas mismas discusiones tuvo modificaciones a las que además se le sumaron otras tantas por parte de diversos sectores de la oposición política?

El hecho de etiquetar, bajo una denominación político partidaria (ley de medios K), el entramado jurídico estructural con el cual se va a ordenar el espectro radiofónico y audiovisual de un país a futuro (con toda la carga cultural que semejante decisión conlleva), también comporta una intencionalidad manifiesta. Sobre todo si a quien se apunta es a un gobierno plagado de sospechas por hechos de corrupción y en momentos en que su popularidad no para de caer (producto de diversos factores y todos ellos atendibles).

Más allá de esto último, que es algo para nada menor, ningún canal de noticias se ocupo de hacer un análisis global de lo que dice la ley y así permitir a sus audiencias la posibilidad de discernir de manera libre y crítica acerca de la norma en cuestión. Todo lo contrario, lo que se intentó, y en gran número se logró, fue influir en las opiniones de las personas a partir del rechazo social que genera la actual administración presidencial.

El entender que las empresas de medios privados, por su propia definición, buscan la obtención de ganancia y que ese es su leitmotiv junto con la defensa del libre mercado; aclara por qué cuando se tocan temas referidos a conflictos entre patronales y sus trabajadores asumen la defensa de los primeros (o sus pares). En el caso puntual de Kraft Food (ex Terrabuzi para los noticieros), no sólo se reprodujo el comportamiento antes mencionado, sino que además se oculto, el tiempo que se pudo, el nombre real de la multinacional de capitales norteamericanos en disputa con sus trabajadores.

Ningún canal de noticias contó que el “conflicto” había saltado por los aires como respuesta a la intención de la empresa de instaurar el modelo de producción americano que establece turnos de 12 horas. De haberse conseguido se hubiera dejado sin trabajo a 750 personas por la supresión de un turno de 8 horas [46]. En cambio, y con la difusión de los medios, se acuso a la comisión interna de “intransigente” bajo el argumento de su orientación política de izquierda y por rechazar que la negociación quedase en manos de Rodolfo Daer [47].

Similares mecanismos de sentido operan cuando se afirma desde los medios que la empresa de aviación comercial de bandera, Aerolíneas Argentinas, da perdidas por millones de pesos todos los días. Algo que nadie cuestiona o tacha de irreal, pero la intención en estos casos promueve la idea, difundida hasta al hartazgo en los 90, y todavía sostenida, que todo lo que es público es sinónimo de deficiente y generador de pérdidas monetarias para el Estado. No obstante lo que brilla por su ausencia, lo que se oculta, es que las empresas de servicios públicos no están concebidas para dar ganancias. Por lo tanto es inevitable que no presenten déficit en la balanza comercial.

De hecho no existe una sola aerolínea de bandera o de capitales mixtos (estatal/privado) que no de perdidas. Incluso las que son cien por ciento privadas están pasando por complejas situaciones económicas y buscan desesperadas fusionarse [48].

Valoraciones de este tipo se ven a diario en los medios de comunicación, que en su lucha por sostener el libre mercado y la no intervención estatal, se toman de cualquier atisbo de injerencia en la economía para demonizar a: gobiernos, movimientos sociales y personas particulares. Pese a esto nada dicen cuando se subsidia a la empresa privada, o se promulgan leyes que las favorecen, a costa del dinero y la vida (condiciones precarias de trabajo, falta de cobertura en salud, educación deficiente, etc) que deben soportar sus trabajadores/consumidores.

Pese a esto no es por medio de estos mecanismos donde obtienen sus mejores réditos cuando de influir sobre las audiencias se trata. Tal vez lo que representan estas placas son las operaciones más burdas y explicitas de sus intenciones, junto con los dispositivos de ocultamiento discursivo que utilizan para legitimarlas.

La edición del material que llega en crudo, el encuadre, las “preguntas”, la no repregunta, el entrevistado y sus dichos, son donde de forma cabal se hace presente la anatomía de sus intereses. El medio, en su camaleónico afán por mostrarse creíble y aséptico de cualquier influencia, ha logrado que sean terceros actores los que den la “gran pelea” por los relatos en nombre de sus aspiraciones de poder.

La mexicana Rossana Reguillo, profesora-investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales ITESO (Guadalajara), en un articulo publicado por la revista de comunicación Diálogos [49], explica que las doxas (termino acuñado por Bourdie) “son verdades autoevidentes, es decir, que no pasan por un proceso reflexivo, que se instalan como sentido común y terminan por convertirse en filtros para entender la realidad y actuar sobre el mundo”. Pero no conforme con esta explicación prosigue diciendo: “[la doxa] representa también una manera de acallar visiones diferentes, de colocar un ‘centro’, una voz legítima, un valor no cuestionable...”.

Si bien Reguillo utiliza este concepto para reflexionar acerca de cuestiones identitarias que hacen a los pueblos, los invito a transpolar esta idea al campo de los sentidos y las significaciones y a reprensar las cosas que se dicen de boca de algunos actores mediático/políticos de nuestro país y como estó afecta nuestra paranoia cotidiana.

La fachocracia televisiva, socia natural de los medios de comunicación, se cimenta en este tipo de actores. Personas como Susana Jiménez [50], Mirta Legrand, Jorge Rial [51], Marcelo Tinelli, Georgina Barbarossa, Moría Casan, etc. Y desde la clase política con personajes como: Elisa Carrió, Gerardo Morales, Mauricio Macri, Francisco de Narváez. Aportan- desde la ignorancia acerca de los temas de los que opinan- con sus alocuciones a reproducir estados de ánimo (artificiales en sus niveles de magnitud real) en amplios y heterogéneos sectores de la sociedad [52].

Conjuntamente con esto, cuando hablan, también pasan por alto los problemas de fondo que dan vida a la conflictividad y a la desigualdad. Las que al fin de cuentas terminan emergiendo bajo la forma del delito y demás flagelos que experimentan las sociedades capitalistas modernas, incluida Argentina.

Ante los hechos parece claro que la conflictividad, que es real, sólo existe como tal-y se torna peligrosa para la paz social- en la agenda de los medios, cuando los que la experimentan son personas encumbradas del sistema (ricos, famosos, empresarios). Mientras que estos personajes no se vean afectados de forma directa por la realidad que impone vivir en un país latinoamericano, tercermundista, pobre y con altos niveles de corrupción institucional en todas sus esferas. El problema “seguridad” aparece como una herramienta accesoria en las disputas de poder, generando un estado de alerta y miedo constante en la población, pero sin capacidad para transformase en demanda legítima.

Es innegable que la inseguridad, entendida como consecuencia de un salvaje sistema capitalista en crisis, se vende bien en las pantallas, radios y diarios de todo el país. Pero cuando los que la experimentan son los favorecidos del sistema la situación se magnifica y se reproduce con virulencia hasta alcanzar el punto de pretender hacer creer que las condiciones del ambiente social se han tornado insostenibles para la vida.

Ahora bien, y sin ánimos de ser redundante o contradictorio: más allá de estos datos, no existe ningún informe serio que sustente la exaltación del tema inseguridad y justifique la repetización constante de estas noticias. Si se toman los índices sociales macro del país [53] y se los compara con los de delictividad obtenidos por parte del Ministerio de Justicia de la Nación y la UBA (por citar dos casos). Se puede concluir que la falta de seguridad, en los niveles que se la expone en los medios, es infundada y responde a otras motivaciones.

Conclusiones

"La manera en que haces tu trabajo determina la forma en que la gente comprende la realidad”. James Natchwey (reportero gráfico).

“… sí ellos están en lo cierto y este instrumento es bueno para nada salvo para entretener, divertir y aislar. El tubo parpadea ahora y pronto veremos que toda la lucha está perdida… Este instrumento puede enseñar, puede iluminar e incluso inspirar. Pero sólo puede hacerlo si los humanos están determinados a usarlo con ese fin. De lo contrario, son sólo cables y luz dentro de una caja”. Good Night and Good Luck.

“Yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía… He pensado que podríamos celebrar este cinco de noviembre… tomándonos cinco minutos de nuestras ajetreadas vidas para charlar un poco…Hay, claro está, gente que no quiere que hablemos… ¿Por qué?... Porque aunque se pueda utilizar la porra en lugar del diálogo, las palabras siempre retendrán su poder… Las palabras hacen posible el significado y, si se escuchan, enuncian la verdad. Y la verdad es que en este país algo va muy mal, ¿no?... Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. Y mientras antes teníais la libertad de objetar, de pensar y decir lo que pensabais ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para someteros… ¿Cómo ha ocurrido? ¿Quién tiene la culpa? Ciertamente unos son más responsables que otros y tendrán que dar cuentas… Pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando al culpable no tenéis más que miraros al espejo… Sé por qué lo hicisteis. Sé que teníais miedo. ¿Y quién no? Guerras, terror, enfermedades. Había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sabotearos el sentido común. El temor hizo mella en vosotros, y presos del pánico, acudisteis al actual líder.... Os prometió orden. Os prometió paz. Y a cambio solo os pidió vuestra sumisión silenciosa y obediente… Hace más de 400 años un gran ciudadano deseó que el cinco de noviembre quedara grabado en nuestra memoria. Esperaba hacerle recordar al mundo que justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras. Son perspectivas… Así que, si no habéis visto nada si seguís ajenos a los crímenes de este Gobierno os sugiero que permitáis que el cinco de noviembre pase sin pena ni gloria. Pero si veis lo que yo veo si sentís lo que yo siento, y, si perseguís lo que yo persigo, entonces os pido que os unáis a mí…” Extracto de la película “V de Vendetta”.

Ante la problemática planteada en este trabajo los periodistas jugamos un rol fundamental. Si los profesionales de la comunicación no tomamos la determinación de romper con la lógica comercial de las empresas de comunicación, como forma exclusiva de hacer periodismo, el proceso de emancipación se hará más lento, pero no por esto desaparecerá.

Si desde nuestra labor profesional continuamos reproduciendo informaciones carentes de profundos análisis que ayuden a ubicarlas en su debido contexto (nacional, regional e internacional), a lo único que estaremos contribuyendo es a la confusión y al pánico por el pánico mismo.

Esto no quiere decir negar los hechos diarios que suceden, la inseguridad por ejemplo, ni tampoco las carencias de la sociedad a nivel estructural, si no todo lo contrario. Implica tomar partido de forma responsable a la hora de publicar los hechos para no caer en el cliché y contribuir a la aplicación de medidas coyunturales. Las que en muchos casos pueden generar políticas de exclusión, negación, xenofobia y hasta restringir las libertades civiles de las personas por la explotación del miedo y la ignorancia.

Quienes tenemos la tarea de comunicar debemos dirigirnos ante las audiencias de forma clara, sincera y sin ocultamientos. El que aquí habla tiene una mirada subjetiva de la realidad que lo envuelve, ya que el ser humano es un animal subjetivo; la que a su vez esta condicionada por vivencias individuales y colectivas en un ambiente mediatizado. Posee ideas políticas y sociales y estas están presentes en sus trabajos. Todo esto no le impide plantear el mismo de forma autocrítica y para esto intenta aplicar lecturas realistas [54]de lo que observa a través de un ejercicio constante de abstracción ideológica, la cual no siempre funciona.

Esto quiere decir: el sentido común debe primar por sobre las valoraciones personales (las cuales quedan para una mesa de café), aceptando que el mundo se mueve bajo un paradigma (económico, político y social) que él no comparte en este caso, pero que entiende como imperante y desde ahí plantear sus críticas y si existen coincidencias, también decirlas. A partir de esta idea esté periodista se para y dice: Está es mi visión de la realidad, la cual esta entrecruzada por mi propia subjetividad, mis vivencias y una ideología definida. Pero bajo ningún punto de vista considero que mis lecturas sean más legítimas que la de los otros. Si las considero diferentes en muchos casos.

Al igual que mis pares aquello que comunico esta condicionado, la diferencia tal vez sea que quien aquí escribe busca hacerlo ostensible en cada uno de sus dichos, sin ocultarlo. Entendiendo que la contradicción a veces esta presente y que es inevitable debido a la complejidad que plantean los hechos de, lo que él considera como, la realidad. Esto no deslegitima su visión de lo que juzga como real, como verdad, simplemente agrega una mirada más al gran abanico de lecturas subjetivas que se realizan en los medios de comunicación por parte de sus colegas. Lecturas estas que en muchos casos se las quiere hacer pasar por objetivas, e independientes de cualquier interés corporativo, comercial, ideológico o político.

Ante este panorama creemos que la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un paso adelante en la concepción de una profesión que fortalezca la democracia, la pluralidad de ideas y miradas y genere canales de información más amplios con una mayor oferta de trabajo para los de periodistas argentinos.

Nacimos, crecimos e interactuamos en un mundo capitalista por lo tanto negar la empresa privada o pretender erradicarla es una idea, de momento, utópica. Lo que aquí se busca mostrar es su capacidad de influenciar en la sociedad cuando acapara el control mayoritario de los medios de comunicación. En parte, debido a la laxitud de los sucesivos gobiernos democráticos, que les permitieron extenderse de forma monopolica y desregulada, y a su vez por la conciente complicidad de muchos comunicadores.

En la actualidad el alcance de los medios privados es tal que llegan a estar presentes en prácticamente todos los ámbitos y herramientas (internet, celulares, etc.) a través de los cuales el ciudadano interactúa y se informa.

Quienes aquí escriben adhieren a las nuevas teorías de la comunicación que dan por tierra con la creencia de que existe un mensaje, producido por un emisor, que pasa por un canal y que es recibido por un receptor pasivo. Estamos convencidos en la capacidad de reacción del receptor frente al mensaje y su reelaboración de sentidos para retroalimentar el círculo comunicativo. Creemos firmemente que el que recepciona una noticia no es un autómata que hace una lectura lineal y acrítica. Pero también consideramos que su capacidad de reacción esta condicionada por el bombardeo masivo, constante y direccionado, hacia determinadas ideas. En este punto es donde aparece el por qué de la introducción en el trabajo de la teoría del shock [55] como método generador de pasividad e inacción.

Todo esto nos lleva reforzar nuestra postura positiva hacia la nueva ley. Tras una exhaustiva lectura de su contenido entendemos que si bien existen artículos perfectibles, estos no invalidan su espíritu democrático y plural. Objetar, como hacen muchos, que su sanción atenta contra la libertad de expresión y de prensa carece de argumentos sólidos. Ya que su fundamentación no se basa en la idea de apropiación estatal monopolica del espectro comunicativo, cuestión que no va a ser tal.

Lo que si van a emerger son voces a favor de las acciones y posturas de la actual administración y los futuros gobiernos nacionales. Esto lejos de cercenar las libertades de expresión y de prensa las fortalece. Tal diversificación de voces, a favor y en contra, privadas y estatales, permiten una mayor capacidad de elección a la ciudadanía/audiencia y, a titulo propio, pone fin con la metodología de “shock”.

Aquel que no comulgue con una postura o la otra, tendrá la posibilidad de elegir entre una mayor cantidad de oferta comunicativa, gozará de un mayor margen de maniobra para enriquecer su mirada sobre lo que percibe como realidad. Sobre todo en tiempos donde se buscan instaurar Estados policíacos y restricciones a las libertades civiles bajo el estandarte de la seguridad y la preservación del orden publico [56].

Como ya se dijo anteriormente existen tantas verdades y realidades como personas vivas en este mundo. Por lo tanto ampliar las ya existentes y sumar aquellas que se encuentran desoídas, ayuda desarrollar mayores grados de libertad y a revalidar las actuales.

En cuanto al tema de la inseguridad aquí analizado, creemos con firmeza que nos encontramos ante un clima de gravedad infundado y prefabricado. Los estudios sobre el tema consultados así nos lo indican, y las instituciones encargadas de confeccionarlos gozan de gran prestigio en el ámbito académico y profesional.

La sociedad argentina, por historia e idiosincrasia, siempre se ha mirado así misma como una isla en medio del continente latinoamericano. El problema reside en que hace ya muchos años hemos dejado de ser aquel archipiélago, pasando a formar parte integral de la realidad continental.

La destrucción de las políticas públicas en temas de educación, salud, trabajo y desarrollo económico, que siempre nos destacaron del resto de los países que conforman la región, hoy resultan inocultables. El delito común, el narcotráfico, la trata de blancas y el crimen organizado son las consecuencias naturales, en términos de efectos, que tuvo la destrucción de esta concepción del Estado como regulador del mercado.

Los medios de comunicación entendidos como uno de los tantos sectores, económicos y políticos, que promovieron y defendieron esta decadencia en beneficio propio, encuentran en la explotación de estas problemáticas estructurales la manera más efectiva de hacer prevalecer sus intereses. Y la sociedad argentina, incapaz de verse así misma como lo que realmente es, producto de su desinterés, compra esta idea de inestabilidad y exige niveles de bienestar y seguridad que resultan imposibles de adquirir en este contexto.

El ciudadano promedio, en parte empujado por los medios de comunicación y en otro como producto de su autonegación e individualismo, evita cuestionar estas evidencias flagrantes. No busca repensar las causas de sus penurias si no que exige medidas de efecto que las atenúen y continúen ocultando la raíz del problema. Ante este contexto el discurso de la inseguridad y la mano dura prenden con facilidad ya que forman parte de la misma lógica de negación y ocultamiento.

Por último y para concluir nos gustaría dejar en claro que el ánimo de este trabajo no es hacer apología del actual gobierno de CFK. Nada nos aleja más que semejante idea. No obstante creemos que el debate y la sanción de la LSCA fue una medida correcta y digna de ser reconocida y apoyada. Sin embargo consideramos como un grave error de este gobierno el haber acaparado para sí mismo el éxito de su aprobación pasando por el alto el trabajo de las muchas personas y agrupaciones de la sociedad civil que lo precedieron. Incluidos los partidos políticos de centro izquierda y sectores moderados de la oposición que apoyaron con su voto la medida en el congreso.

Entendemos que este gobierno y su predecesor poseen rasgos de marcado despotismo, autoritarismo y corrupción en niveles iguales o mayores que los del menemismo. Franquear estas cuestiones y destacar solo algunos aspectos positivos recientes nos parece incorrecto y contrario a nuestras convicciones éticas e ideológicas.

Desde el momento en que el Kirchnerismo perdió las elecciones legislativas del 28 de junio último, a lo que se asiste es a un marcado intento por retomar la iniciativa política arrebatada durante la campaña y dilapidada en los años finales del anterior gobierno.

En medio de este contexto de aislamiento político, con los medios de comunicación (ex aliados) y la derecha fustigando en contra, la administración de CFK y Néstor Kirchner se han visto obligados a tomar decisiones que apuntan a subsanar este panorama por mero instinto de supervivencia.

La sanción de la LSCA, la derogación de leyes de impunidad, el procesamiento a personas que participaron del terrorismo de Estado, la nacionalización del sistema de reparto jubilatorio, la asignación universal por hijo y otras tantas medidas. Van en la dirección de mejorar y ampliar las atribuciones del sistema democrático, el Estado de Derecho, la Constitución Nacional y un viraje hacia una redistribución de la riqueza más justa y equitativa.

Lamentablemente- creemos nosotros- estas acciones no son movidas por la convicción, si no más bien por la necesidad y el pragmatismo. No obstante consideramos que esto no invalida el apoyo recibido ya que son acciones que trascienden al gobierno de turno. Los Kirchner pasaran, como pasaron tantos otros gobiernos, y estas leyes seguirán vigentes. Eso, desde nuestra perspectiva, es lo más importante y digno de ser reconocido.

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[27] Los medios de comunicación estatales le pertenecen naturalmente a sus sociedades por precisamente tener esa característica. Esta aclaración, que parece irrelevante, es nodal para empezar a comprender, defender y exigir una comunicación plural en la Argentina desligada de intereses políticos particulares.
[28] El otro pilar, o la otra parte, sería la idea neoliberal de que todo aquello que es público, estatal, es deficiente y corrupto. Esta concepción, impuesta salvajemente durante los 90, caló profundamente en el imaginario colectivo que compró la idea de que el sector privado es el único capaz de brindar servicios de calidad eficientes. Los resultados de creer en esto están a la vista en todo el mundo. Especialmente en América Latina y en los países que formaron parte del bloque soviético (Europa del Este, principalmente).
[29] El “allá afuera” es otra idea que con éxito han logrado imponer los medios de comunicación. Como si ellos formaran parte de otro plano terrenal donde todo lo analizan y lo muestran parapetados desde el lugar de un observador descontaminado, objetivo, de lo que sucede a su alrededor.
[30] Este argumento bien puede ser puesto en tela de juicio y se presta a la discusión. Pero también es cierto que el sector que comenzó a delinear los hechos de diciembre de 2001 fue la clase media argentina producto de diversas motivaciones.
[31] Tal es así que ya no se habla de trabajadores u obreros sino de “recursos humanos”, con toda la carga simbólica que implica la idea de “recurso” en el sistema de producción capitalista imperante.
[32] Pese a esto, y nobleza obliga, los exponentes de esta clase poco han hecho por defenderse unos a otros y organizarse junto a los que menos tienen. Siempre prefirieron mirar para otro lado en cuanto y en tanto su estabilidad individual no se viera seriamente comprometida. El reflejo más obsceno de esto se observó en la argentina que siguió a los meses de diciembre de 2001. Ahorristas, piqueteros, desocupados y pequeños comerciantes, todos hermanados al grito de que se vayan todos. Bastó con que Eduardo Duhalde tomará el poder, moviese algunas fichas, un poco de viento de cola de la economía mundial y los medios de comunicación en la primera línea de defensa, para que rápidamente se volviera al status quo anterior.
[33] Diálogo extraído de un informe acerca de la opinión de la gente en la calle sobre la nueva Ley de Servicios Comunicación Audiovisual, en el programa oficialista “6-7-8” que se emite por Canal 7.
[34] El factor Internet resulta determinante por la multiplicidad de voces y puntos nuevos de vista que permite hacer públicos, cosa que antes no era tan simple. La accesibilidad y masividad de viejas tecnologías como: cámaras de video, fotografía y filmación. Todas estas hoy actualizadas, permitieron que muchas personas, por fuera de los medios masivos, tuvieran la oportunidad de mostrar realidades distintas a porciones importantes de la sociedad.
[35] Un caso emblema de esta dificultad para direccionar las percepciones sociales tal vez sea el de Alfredo Yabran analizado por Eliseo Verón en su libro: “Efectos de Agenda”.
[36] Las tasas aquí expuestas son las más recientes que hemos podido conseguir en la web: http://www2.jus.gov.ar/politicacriminal/TotalPais2007_evol.pdf
[37] http://www.iigg.fsoc.uba.ar/Jovenes_investigadores/3JornadasJovenes/Templates/Eje%20Poder%20y%20Dominacion/Mouzo%20-%20Poder.pdf

[38] Idem.
[39] A modo de percepción personal quien aquí escribe considera que, si bien los niveles de delitos no han crecido como dicen los medios, ni que la ola de inseguridad sea tal, lo que si parece vislumbrarse es un aumento de la violencia en cómo se cometen los hechos delictivos. Esto lo asocia a cuestiones propias de la inequidad social, la falta de educación, empleo y sobre todo al hecho de que Argentina a pasado de ser un país de transito de drogas para transformarse en uno productor.
[40] Sólo en el caso de la radio, y algún que otro diario dominical, es donde se puede llegar a obtener la voz de algún especialista sobre estos temas. Pero esto no es lo común. La televisión (el medio más influyente por sus características naturales) directamente suprime de los noticieros centrales cualquier atisbo de análisis sobre estas problemáticas.
[41] Utilizar la palabra “reflejo” nos resulta ambiguo. Pero ante la falta de pruebas contundentes no podemos decir que su actuación sea por incapacidad y conciente negligencia.
[42] La Ley Blumbeg analizada por abogados penalistas que cuestionan su constitucionalidad y sus efectos http://www.derechopenalonline.com/derecho.php?id=13,452,0,0,1,0
[43] Esta idea de reducción en la edad de imputabilidad proviene del proyecto original presentado por Carlos Blumberg en abril de 2004. http://www.fundses.org.ar/lupa/lupa04/04_n1.htm
[44] Dos ejemplos, uno internacional y el otro local, son los cuestionamientos a la “Patriot Act” (EEUU, 2001) actuales y los reparos que presentan juristas de todo tipo en relación con la Ley Blumberg (ARG) y las acciones reales que permite llevar adelante en el combate contra el delito.
[45] En un sentido similar circula la idea de Paul Virilio acerca de las “Ville Panique” o “Ciudades Pánico”. http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2005/03/26/u-944192.htm
[46] “Cronología de un conflicto emblemático”. Le Monde Diplomatique, edición cono sur. N° 125, noviembre 2009.
[47] Daer es el actual secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación, a fin a la conducción de la CGT que comanda Hugo Moyano.
[48] http://www.expansion.com/2009/11/13/empresas/1258067130.html
[49] “Identidades culturales y espacio público: un mapa de los silencios”, Revista Diálogos de la Comunicación. http://www.dialogosfelafacs.net/dialogos_epoca/pdf/59-60-07RossanaReguillo.pdf
[50] Algunas de sus frases celebres para el análisis son: “el que mata, tiene que morir”, “terminenla con los derechos humanos y esas estupideces”, “anda a cortar la 5ta. Avenida en Nueva York o Champs-Élysées en Paris… viene un camión de agua y te barre” o “si no se reprime, es un caos”, en relación con los piqueteros y su modo de protesta. Sin embargo desde su programa televisivo nunca ha criticado el modus operandi piquetero de la Mesa de Enlace agropecuaria.
[51] Tanto Rial como Tinelli parece que ahora se ocupan de analizar la realidad política, y emitir sus comentarios, en muchos casos poco democráticos, desde el atril que representan sus programas televisivos.
[52] Esta afirmación se basa en que ninguna de las personas nombradas hizo gala de pruebas contundentes, basadas en informes de especialistas en seguridad u otro tipo de material, que refuercen sus dichos acerca del problema. Esto representa un grado de irresponsabilidad flagrante. Del cual los periodistas son cómplices ya que ninguno les exigió datos que sustenten sus dichos al ser entrevistados.
[53] Pobreza: 32,9% (13 millones de personas); Indigencia: 12,7% (5 millones); Trabajadores activos en el mercado informal: 40%; Trabajadores activos sindicalizados en el mercado formal: 38%; Desocupados: 12% (2 millones de personas).
Fuentes:
*“El retorno de las relaciones laborales”. Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur. N° 125, noviembre 2009
[54] Realismo entendido como la no negación del sistema del que forma parte (capitalista-neoliberal) para así tratar de entenderlo y desde ahí hacer las objeciones y las criticas que nacen producto de su experiencia y su formación intelectual.
[55] “La doctrina del Shock”, Naomi Klein. Editorial Paidos.
[56] Acerca de la reinstauración del código contravencional en la Provincia de Buenos Aires: http://www.online-911.com/leer.php?s=1&id=3452&t=Duro%20comunicado%20de%20la%20Comisi%C3%B3n%20por%20la%20Memoria%20contra%20las%20contravenciones



Noviembre, 2009
Ezequiel Clerici

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