domingo, 28 de marzo de 2010

Medios, Política y Poder: la construcción de la realidad y su influencia en las percepciones sociales. [1° Parte]

     Artista: Bansky


“Puede que esto no guste a nadie al final de este discurso, puede que algunos acusen a este periodista de morder la mano que le da de comer y puede que acusen a la asociación de dar acogida a ideas subversivas e incluso peligrosas. Y sin embargo el sofisticado entramado de emisoras, agencias de publicidad y patrocinadores permanecerá impasible”. Extracto final de la película, “Good Night and Good Luck”.

En Argentina existe un declarado enfrentamiento entre los denominados sectores progresistas de la sociedad civil, el actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la corporación económica-mediática-política, por ver quien se hace de legitimidad sobre los discursos que moldean lo que percibimos como “la realidad”. En los últimos meses está confrontación emergió a la superficie violentamente y tomó carácter público a partir de la posibilidad concreta de que se sancionase- hoy una realidad- la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Nicolás Casullo, intelectual fallecido recientemente y arquitecto ideológico del gobierno Kirchnerista, afirmaba que había que hacerse con el relato de los discursos si se pretendía lograr un cambio significativo en la sociedad. Casullo, quien debió exiliarse en México durante la última dictadura, fue uno de los pensadores que ayudo a robustecer, e impregno de contenido, los discursos de un gobierno que asumió en 2003 con una frágil legitimidad de representación [1] producto de un electorado desencantado con la política y un sistema de gestión de los recursos del Estado completamente agotado.

Por aquellos años la Argentina todavía se encontraba inmersa en una profunda crisis de representatividad- de la que todavía no logró salir por completo- como consecuencia de la caída de la convertibilidad y lo que fue la aplicación de políticas neoliberales derivadas de la dictadura militar; profundizadas durante el gobierno de Carlos Menem (1989-99) y sostenidas por el de Fernando De la Rúa (1999-2001).

La debacle final de aquel paradigma, de esa concepción del Estado reducido a su mínima expresión, tocó fondo con los trágicos hechos de diciembre de 2001. En las semanas subsiguientes, Argentina, transito por un periodo de inestabilidad político-institucional que se extendió hasta la asunción de Eduardo Duhalde como presidente de la Republica Argentina [2].

La implosión del sistema de representación produjo nuevas formas de agrupación (sociales, políticas y productivas [3]) que desde hacía tiempo venían gestándose producto de la crisis económica. Estos nuevos emergentes irrumpieron con fuerza y visibilidad en el espacio público producto de una difusión mediática exaltada. La misma se direcciono a sustentar el alicaído estatus quo a través de un discurso donde se hacia hincapié en la necesidad de restaurar de pleno el sistema y se minimizaban estas nuevas experiencias organizativas a simples síntomas que, con el tiempo, tenderían a desaparecer.

Esto genero que las agrupaciones, nacidas de forma espontánea en el seno de la sociedad, fueran rápidamente desactivadas por los poderes fácticos del país. Los cuales apuntaron sus cañones discursivos a banalizarlos, hasta al punto de sacarles cualquier tipo de difusión que las mantuviese en la arena de la discusión pública, ni bien la corporación política comenzó a retomar la iniciativa. 

El gobernador santacruceño Néstor Kirchner (Frente para la Victoria, de extracción justicialista), asumió el gobierno en un contexto donde todavía no se vislumbraba una superación cabal de la crisis estructural que estallo en 2001. La baja cantidad de votos obtenidos en la elección presidencial llevo a que su administración se dedicara, en un primer momento, a la búsqueda de una construcción de poder que le asegurara gobernabilidad y legitimidad frente al conjunto de la sociedad.

Medidas como la renovación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y el llamado a la “transversalidad” política, como bandera de gestión y apertura, generaron expectativa y entusiasmo y ayudaron a fortalecer a un gobierno, en principio, débil.

Estas medidas, reclamadas a lo largo del tiempo desde los sectores más progresistas de la sociedad civil (CTA, movimientos sociales, de derechos humanos, partidos políticos de izquierda y de centro, etc.) no hubieran sido posibles sin el aval de los grupos mediáticos del país que acompañaron estas iniciativas. Los mismos que en la actualidad, le disputan la construcción y el manejo de los discursos al propio gobierno y establecen la agenda de temas que ocupan a la ciudadanía argentina.

El Kirchnerismo, conciente de la necesidad de una prensa favorable, como punto de partida que le asegurase gobernabilidad y cierta estabilidad social, no dudo en establecer lazos con estas corporaciones. En especial con la mayor de todas ellas: el grupo Clarín que encabeza Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magneto (CEO del grupo).

Lo que primaba puertas adentro del grupo mediático, socio político del Frente para la Victoria hasta la semana santa de 2008 [4], era la supervivencia de un sistema resquebrajado, lo que a su vez le aseguraba continuidad como actor de poder en las estructuras de decisión que posee el Estado  Nacional [5].

El Kirchnerismo, alertado de esto, se resguardo bajo su ala protectora a sabiendas de que se necesitaban mutuamente. Esta conducta no fue exclusiva del gobierno de Néstor Kirchner, sino una constante desde la vuelta de la democracia a está parte. Todo gobierno argentino, con aspiraciones a transitar su mandato sin grandes sobresaltos ha buscado como aliado natural a dicho grupo y al sindicalismo conservador, encarnado en la actualidad por la figura de Hugo Moyano [6].

Aquellos gobiernos que durante su mandato no alcanzaron, o perdieron, el apoyo de estos sectores de poder, sufrieron grandes penurias para terminar sus ciclos o directamente sucumbieron ante la inestabilidad social e institucional [7]. Inestabilidad que, por otra parte, fue consecuencia de una coyuntura económica que ambas administraciones [8] ayudaron a construir.

¿Pero a qué viene este repaso sintético de la historia político-mediática reciente y sus entramados de poder? Simplemente a poner en contexto una situación más compleja y determinante que es cómo se construye la realidad a través de los medios de comunicación cuando accionan como aliados o enemigos de un gobierno. En este contexto, el campo de batalla, el coto de caza, y que representa las aspiraciones de poder, es la sociedad misma y sus percepciones en cuanto al entorno social que la rodea.

Cambios de paradigma: Nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

"La firme decisión demuestra que la fortuna no tiene ningún poder sobre ella. " Nicolás Maquiavelo.

"La ley no engendra la justicia. La ley no es otra cosa que la declaración y la aplicación de lo que ya se considera justo". Pierre-Joseph Proudhon

La composición del espectro mediático en Argentina no escapa a la tendencia mundial que gira en torno a la concentración y a la conformación de oligopolios [9]. Estos verdaderos pulpos empresariales desarrollan intrincadas arquitecturas financieras que les permiten adquirir y vender empresas periodísticas (y de las otras [10]) a su antojo. Y así burlar cualquier control efectivo por parte de los Estados y conferirles elevadas cuotas de poder blando [11] sobre las sociedades donde operan.

En el caso de Argentina, los gobiernos que se sucedieron de la década de los noventa a la actualidad, incluido el mandato de Néstor Kirchner (2003/07), poco hicieron por controlar- por no decir que alentaron- la expansión de estos conglomerados [12].

La administración de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (ex senadora y esposa del presidente saliente), fue quien, a través de la mayoría en ambas cámaras parlamentarias, logró que el Congreso de la Nación sancionase recientemente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual [13](LSCA). Dando por tierra con más de treinta años en políticas de medios destinadas a favorecer a estos Goliat del sector privado.

Semejante decisión política que por los antecedentes pro concentración que tiene el actual gobierno, hubiera sido percibida como sinónimo de una terrible contradicción [14], encontró en los sectores opositores más progresistas (políticos, sociales, etc.) el apoyo necesario para legitimar su decisión previa sanción de la ley. Esto puede explicarse en el marco de la disputa histórica que llevaron adelante estás agrupaciones políticas, movimientos sociales y de derechos humanos por una estructuración del espectro audiovisual más democrático y plural.

Dichos sectores, ante la posibilidad de lograr tan anhelado objetivo, no dudaron en ofrecer su apoyo al oficialismo. El cual tomó esa iniciativa como propia en medio de una despiadada disputa de poder con las corporaciones mediáticas antes aliadas.

El Kirchnerismo, que se veía a si mismo debilitado en la arena discursiva, hizo gala del pragmatismo clásico que caracteriza al peronismo. Ante la imposibilidad de reestablecer las buenas migas con los grupos mediáticos fue por la desconcentración del mercado mediático [15]. Entendiendo que a través de esos canales son por los cuales se establecen las connotaciones de sentido, los imaginarios colectivos, los estereotipos sociales, las valoraciones morales y aquellas sensaciones referidas a: seguridad, estabilidad, conflictividad, desarrollo, etc. 

Estas categorías y conceptos, lo que implican a fin de cuentas, es aquello a lo que se denomina como “la realidad”, lo que a su vez conlleva toda una cosmovisión sobre el espacio público. Lugar por excelencia donde el colectivo social, aglutinado en los principales centros urbanos del país, interactúa y vuelca sus percepciones sobre el ambiente y exterioriza sus estados de ánimo.

En este sentido la nueva LSCA establece, entre sus numerosos artículos y obligaciones, la derogación de la Ley 22.285 o “Ley de Radiodifusión” (producto de la última dictadura),  estipula claras restricciones en cuanto a la cantidad de licencias que puede llegar a ostentar un mismo operador o grupo; así como también los porcentajes para la explotación de las señales entre el Estado, el sector privado y las organizaciones sociales y sin fines de lucro. Además también permite poner en conocimiento público los nombres de sus accionistas.

Si bien estas reglamentaciones son sólo algunos de los puntos importantes que surgen de la sanción de la ley. Su espíritu- al menos a priori- apunta a un cambio cultural que rompa con la lógica de concebir a la comunicación, exclusivamente, como una actividad empresarial por otra que entienda a la información como un servicio público.

Los árboles que ocultan el bosque

El mundo se encuentra atravesando momentos de gran desarrollo en lo que hace a nuevas tecnologías en materia de comunicación. Los medios, desde su nacimiento, ocupan un lugar preponderante en la vida cotidiana de las personas y esto afecta sensiblemente la forma en que cada individuo percibe la realidad que lo atraviesa. El caso de Argentina es paradigmático ya que desde el momento en que empezó a discutirse la posibilidad real de alcanzar una nueva estructuración del espectro comunicativo, lo que emergió a luz violentamente fueron los poderes fácticos que se ocultan detrás de las empresas periodísticas. Los que a su vez son los mismos que establecen la agenda de temas a nivel nacional.

La muestra más explicita y pornográfica de resistencia es, y ha sido, la del grupo Clarín. Este gigante de las comunicaciones posee más de 50 empresas de su propiedad relacionadas con a este rubro sólo en Argentina [16]. Entre ellas el diario de mayor circulación del país y paquetes accionarios en empresas de países limítrofes como Uruguay y Paraguay [17]. Todo esto sin contar los porcentajes en terceras empresas nacionales que a su vez comparten paquetes accionarios con otros grupos dedicados a la inversión en empresas de comunicación [18]. Hablamos de radios, canales y señales de TV, portales de internet; servicios de banda ancha, de televisión por cable, telefonía fija y móvil, agencias publicitarias, de noticias, y medios gráficos de todo tipo y circulación.

Un buen ejemplo que escenifica la estructura de estos grupos es la de un cáncer en constante evolución de metástasis: digamos que por cada célula afectada, nuevas se enferman y continúan contagiando a sus colindantes, expandiendo sus efectos hasta tomar por completo el sistema de órganos vitales que mantiene vivo al cuerpo. 

De no haber sido por lo frontal, explicito y vehemente de la envestida, hubiera costado un trabajo mayor poner de manifiesto ante la sociedad los intereses que se ocultan detrás de tamaña resistencia a la sanción de la LSCA. Pese a esto el arraigo cultural que estos grupos mediáticos poseen al interior de las audiencias/consumidoras de noticias, hace que todavía una porción importante del conjunto social vea la nueva ley con malos ojos y la asocie con una restricción a la libertad de expresión y de prensa.
   
En este sentido es insoslayable pasar por alto la contribución que hizo el actual gobierno- al igual que su predecesor- para cimentar esta desconfianza de buena parte de la población. Escándalos de corrupción, rasgos autoritarios de conducción, una forma de comunicación imperativa y una construcción de poder en base a la dicotomía amigo/enemigo, le dio a grupos como Clarín un terreno fecundo desde donde operar en contra de la iniciativa oficial. Pese al hecho de que la misma se estructuró en base a los “21 puntos” establecidos por la Coalición por una Radiodifusión Democrática hace cinco años [19]y que gran parte de sus preceptos devienen de los años en que Raúl Alfonsín fuera presidente (1983/89).

Pero esta resistencia no es patrimonio exclusivo de Clarín y sus satélites. El grupo que encarna el diario La Nación –socio de Clarín en una empresa neurálgica para la libertad de expresión como Papel Prensa [20]- también opera en el mismo sentido que su socia. La diferencia tal vez más notable entre ambas es la sinceridad con la que se dirigen a sus lectores. En el caso de La Nación su línea editorial es más clara y directa: un diario de derecha, conservador, que defiende al capital privado y brega por un Estado atomizado en donde el mercado sea el regulador natural entre oferta y demanda.

Clarín por su parte es menos claro en su definición pero no así en sus intenciones. Suele publicitarse como un diario de carácter generalista que engloba y ofrece contenidos para todo tipo de públicos, sin priorizar una ideología ni clase en particular. Lo que en criollo quiere decir que va hacia donde sopla el viento (siempre y cuando ese viento le sea favorable). Esta estrategia de marketing le es- y le fue- exitosa, ya que mantiene el liderazgo en ejemplares vendidos a nivel nacional y un alto grado de prestigio entre la población.

Pese a esto último su tirada se mantiene en caída libre [21]. Cada día menos argentinos eligen informarse a través de los diarios tradicionales, a los cuales han suplantado por las versiones online o bien por sus medios alternativos por excelencia (radio y TV). Si bien éste no es un fenómeno exclusivo de Argentina, ya que no escapa a la tendencia mundial que está poniendo en jaque a la industria noticiosa del papel [22], lo cierto es que con el boom de las nuevas formas de comunicación en red (blogs, redes sociales, portales de noticias, etc.), se ve una ruptura en la hegemonía clásica que desde siempre han tenido los periódicos por sobre los demás medios de comunicación.

La disyuntiva  reside en que tanto la radio como la TV, principales medios por los cuales la población se informa, establecen sus agendas en base a lo que publican los tabloides. Por lo tanto, esta caída de ventas y el impacto que debería suponer en términos de una mayor heterogeneidad de contenidos y miradas, queda fuertemente debilitado. Esto resulta más evidente cuando se comienza a diseccionar la anatomía de cada conglomerado y se aprecia que una gran cantidad de emisoras (radiales y televisivas, incluso a nivel nacional) pertenecen, en su totalidad o parcialmente, a un mismo grupo empresario con un periódico como punta de lanza.

Pero el cerco informativo, que forma parte del cómo se construye “la realidad”, se recrudece cuando se toma conciencia en dónde se ubican, geográficamente, las emisoras matrices (Capital Federal, Bs. As). Las  que a su vez reproducen su señal gracias a la red de repetidoras (canales locales) que poseen a lo largo y ancho de todo el país.

Para poner en términos prácticos a que nos referimos un ejemplo seria el siguiente caso: si radio Continental (Grupo PRISA, España), una emisora porteña de alcance nacional con mayores niveles de audiencia en todo el país [23], confecciona sus informativos y sus programas de interés general en base a lo que se publica en diarios de igual tirada (La Nación, Clarín, Ámbito Financiero, Crítica de la Argentina, etc.). Los cuales basan su núcleo noticioso alrededor de lo que ocurre o deja de ocurrir en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. A lo que se asiste es a la construcción, y a la reproducción, de una realidad acotada. Debido a que los contenidos de su programación, son propios de un espacio geográfico delimitado y no expresan las diferentes realidades de las poblaciones a las que alcanza su señal.

Lo mismo podríamos apuntar sobre la televisión abierta, y ni que decir de las señales de cable con sus canales noticiosos y de entretenimiento. Según un informe del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) se revela que “el 67,7% de los programas emitidos por los canales de aire argentinos son retransmisiones de programas producidos por los canales 2, 7, 9, 11 y 13, todos con sede en la Capital Federal. Y de esa producción hegemónica porteña, el 83% corresponde sólo a dos canales: 47% a Telefé y 36% a Canal 13” [24].

De los cinco canales enumerados el único que pertenece al sector público es el 7, los demás son todas señales privadas que le alquilan el espectro radioeléctrico al Estado Nacional con fines comerciales. Los que a su vez basan sus contenidos en lo que sucede, casi con exclusividad, en Buenos Aires y entre sus accionistas se cuentan varios de los grupos empresarios antes mencionados.

Sólo Canal 7, que no escapa a la lógica centralista, emite contenidos de valor cultural y tiene un carácter seudo-federal. El problema en el caso de la televisión pública es que desde su fundación (17/10/1951) ha sido utilizada por los sucesivos gobiernos (democráticos y de facto), como medio para la promoción y la exaltación oficialista en detrimento de la pluralidad y la independencia informativa [25].

Pero como si esta hegemonía no fuese suficiente también hay que decir que las señales de televisión abierta no llegan a todos lados de forma directa debido a que las antenas desde donde se reproducen, no tienen la potencia suficiente para abarcar cada rincón del país. Por lo tanto quienes le ofrecen sus plataformas para mantener dicha preeminencia son los canales locales de las distintas provincias y ciudades. Dos ejemplos de esto son Canal 3 de Rosario (Canal 13) y Canal 5 (que reproduce los contenidos del 11) [26].

Esta concentración y centralismo del discurso noticioso conlleva, de mínima, un replanteo de aquello a lo que consideramos como “la realidad” y de máxima, cuestión que no persigue este trabajo, un replanteo de lo que significa la Nación Argentina en términos de unidad identitaria y cultural “homogénea”.

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[1] Néstor Kirchner asumió la presidencia del país con el 23% de los votos frente al renunciamiento a segunda vuelta por parte de su competidor, el ex presidente Carlos Saúl Menem.
[2] En el periodo que fue del 19 y 20 diciembre de 2001 al 2 de Enero de 2002, pasaron por la presidencia de la republica cinco jefes de Estado diferentes.
[3] Asambleas barriales en los enclaves poblacionales más grandes del país, movilizaciones permanentes al ritmo de las cacerolas y bajo el slogan del “que se vayan todos”. Trabajadores que se organizaban en torno a las fábricas quebradas y las reactivaban bajo control obrero. Mientras los ahorristas de clase media, reclamaban por la devolución de sus fondos en dólares en pleno “corralito” financiero.
[4]
El 11 de Marzo de 2008,  es la fecha real (mediática) de inicio del conflicto entre el gobierno nacional y las asociaciones que representan al sector agrícola-ganadero de Argentina. Si bien la Semana Santa comenzó el 22 de marzo, y no el 11, se utiliza esta consideración ya que es el momento en que toma una envergadura política de dimensiones y se comienza a ver el distanciamiento entre el grupo Clarín (pro campo) y el Kirchnerismo.
[5]
Cuando decimos del Estado lo hacemos en referencia a que Clarín ha logrado obtener  la aprobación de leyes, las cuales rigen como tales en el entramado jurídico del país. Ejemplos: Ley 25.750 de “Preservación de Bienes y Patrimonios Cultural” o “Ley Clarín”; Ley Nº 25.561 “Emergencia pública y reforma del régimen cambiario”, en la cual el grupo tuvo una influencia decisiva ya que así lograba licuar sus deudas en dólares, ahora pesificadas. La denominada “Ley Clarín” le aseguro al grupo una situación de privilegio en el mercado de la comunicación puesto que prohíbe que empresas extranjeras de similares características puedan entrar a competir en el mercado local de comunicación en igualdad de condiciones. Las únicas que quedan exentas de esta normativa son las empresas de capitales norteamericanos. Estas pueden comprar hasta el 100% de empresas nacionales dedicas al rubro de la comunicación.  Es por esto que muchas empresas de medios foráneas, europeas en su mayoría, establecen filiales en EEUU. Básicamente el fin de esta maniobra comercial es poder hacer usufructo de la ventaja jurídica antes mencionada, y de esta manera hacerse con la totalidad del paquete accionario de medios nacionales.
[6] Actual Secretario General de la Central General del Trabajo (CGT) y Secretario General Adjunto del Sindicato de Chóferes de Camiones. Ambos puestos representan el control total del movimiento trabajador argentino con capacidad efectiva de negociación frente al sector privado y el Estado. Junto con la posibilidad de frenar el transporte de todos los tipos de bienes, productos y materias primas que circulan en el mercado argentino, y que hacen a la subsistencia de la población toda.  
[7]
Raúl Alfonsín debió llamar a elecciones anticipadas luego del estallido social que se produjo en 1989 (hiperinflación). Lo mismo sucedió con Fernando De la Rúa luego de los sucesos de diciembre de 2001. Ambos poseen la característica de haber sido cuadros políticos de la Unión Cívica Radical. Movimiento político sin inserción de peso en el sindicalismo argentino, el cual posee una arraigada tradición peronista. 
[8] Cuando decimos “ambas” nos referimos a los gobiernos Radicales de Alfonsín y De la Rúa.
[9]
Se considera que existe un oligopolio cuando un mercado, en este caso el de las empresas dedicadas a la comunicación en Argentina, es dominado por un pequeño número de productores oferentes. La palabra tiene origen en el griego y esta formado por dos conceptos: oligo (“pocos”) y polio (“vendedores”). Es por esto que oligopolio significa justamente “pocos vendedores”. 
[10]
Al referirnos a “otras” lo que se pretende significar es la posibilidad de realizar negocios con empresas de todo tipo incluidas, claro esta, las de comunicación en sentido global: telefonía, internet, radiofonía, televisión, gráficas, etc. 
[11]
El concepto de Poder Blando deviene de las Ciencias Políticas y refiere a aquellos mecanismos de coaptación y penetración cultural que debe tener toda nación que aspire a generar una posición hegemónica, o de verdadera potencia, en el sistema internacional. El mayor ejemplo de ejercicio de poder blando en occidente es los Estados Unidos a través de su industria cultural.
[12]
“Cuando se sancionó la Ley de Defensa de la Competencia, después de más de ocho años de dilaciones, dos conglomerados (Arte Gráfico Editorial Argentina (Agea)/Clarín y CEI/TISA) ya eran propietarios de la casi totalidad de los sistemas de TV por cable, del diario de mayor circulación del país, de un número considerable de radios AM y FM, de cuatro de los cinco canales de televisión de alcance nacional, de un alto porcentaje de canales provinciales y de empresas de cobertura de eventos. Además, tenían una posición preeminente en la prestación del servicio de telefonía fija y celular, en el acceso a Internet y en la producción y distribución de contenidos”. De la Propiedad de los Medios. Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur (N° 48, Junio 2003). 
[13]
Ley de medios sancionada: http://www.medios.gov.ar/images/stories/NOTAS/propuesta_ley_sca_.pdf
[14]
Durante el mandato del ex presidente Néstor Kirchner, esposo y cónyuge de la actual presidenta, se autorizo la fusión de Cablevisión y Multicanal. De no ser por el enfrentamiento entre el gobierno saliente, hoy extendido al de Cristina Fernández, tamaña medida hubiera dado al grupo Clarín el control mayoritario del mercado de televisión por cable en Argentina (la fusión fue invalidada recientemente).
[15]
Algunos detractores de la iniciativa gubernamental apuntan que más que desconcentración lo que se busca por parte del ejecutivo es una apropiación de estos canales comunicativos. En otras palabras: concentración mediática estatal.

[16] Cuando enumeramos cincuenta empresas estamos hablando de aquellas donde el grupo atesora el cien por ciento del paquete accionario.  Fuente: http://www.cta.org.ar/base/article12363.html
[17]
Penetración a nivel continental del grupo Clarín: http://www.grupoclarin.com/content/cable_cable.html
[18]
Si se hiciese la contabilidad teniendo en cuenta esta afirmación se está ante la presencia de un grupo empresario con más de 200 licencias que incluyen: TV, radio, portales de Internet y diarios a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. 
[19]
“El 27 de agosto de 2004 trescientas organizaciones de la sociedad civil, organismos de derechos humanos, trabajadores de la comunicación, centrales sindicales (CGT y CTA), universidades nacionales, organizaciones sociales, movimiento cooperativo, pymes de la comunicación consensuaron 21 Puntos básicos para una Ley de Radiodifusión de la democracia.
Hace 5 años, unidos bajo el concepto de que no hay posibilidad de afianzamiento de la democracia política sin democratización de la comunicación, planteamos la necesidad y urgencia de una nueva Ley que reemplace a la Ley de la dictadura para terminar con el proceso de concentración y transnacionalización de los Medios.
Desde la elaboración de los 21 Puntos la Coalición transitó a lo largo y ancho del país miles de encuentros, debates, seminarios, mesas redondas que alimentaron la propuesta presentada por la presidenta Cristina Fernández el 18 de marzo en el Teatro Argentino de La Plata. Esa propuesta a su vez fue devuelta nuevamente a la sociedad para su posterior debate y corrección”.
Fuente: http://www.coalicion.org.ar/
[20]
Papel Prensa es la única empresa del país que se dedica a la producción y distribución de papel para la impresión de diarios en Argentina. Su composición accionaría esta compuesta mayoritariamente (más del 59%) por el grupo Clarín y el diario La Nación. Fuente: http://www.mecon.gov.ar/finanzas/sssf/empresas/papel-prensa-ca.pdf
[21]
http://enciclomedios.com.ar/node/9465
[22]
http://www.soitu.es/soitu/2009/04/27/sociedadcableada/1240854822_561155.html 
http://www.elconfidencial.com/cache/2009/03/25/comunicacion_59.html

[23]
AM continental se encuentra en el puesto número tres, detrás de Radio 10 y Mitre, en el ranking de audiencia confeccionado por IBOPE a nivel nacional.
Fuente: http://blogs.clarin.com/elmundodelaradio/2009/10/15/argentina-ya-se-conoce-ranking-las-radios-am-y-fm-mas

[24]
http://www.comfer.gov.ar/web/blog/?p=2744
http://www.comfer.gov.ar/web/Varios/informes/INFORME_TV_ABIERTA_MARZO_MAYO_2009.pdf

[25]
“Canal 7, una saga interminable”. Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur. N° 70, Abril de 2005.
[26]
En el caso de Canal 7 sucede algo similar ya que su señal se retransmite al grueso de las provincias a través de los servicios de televisión por cable prepagos. Esto rompe con la idea de “público” ya que su alcance esta condicionado por el nivel adquisitivo de cada grupo familiar capaz de costear dicho servicio de televisión prepaga, de los cuales Cablevisión y Multicanal son los que poseen mayor cantidad de abonados en todo el país. Ambos parte integral del holding de medios del grupo Clarín.

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